EN LA MADRUGADA DEL VIERNES SE INCENDIÓ EL PUNTO VERDE. EL VIENTO ESTUVO DE NUESTRO LADO. LAS ADVERTENCIAS AL GOBIERNO SOBRE LOS PELIGROS DE UN LUGAR QUE ES TIERRA DE NADIE, NO ALCANZARON.
El 28 de noviembre se publicó por este medio, bajo el titulo “Esperanza verde”, la sanción de la ordenanza que tenía por objeto establecer el régimen de los residuos verdes de manera integral para el Municipio de Pinamar, desde la generación, recolección, recepción, tratamiento y disposición final de los residuos.
El responsable del texto fue el concejal de ProPin Guillermo Migliorini que durante la elaboración y discusión de la norma en la Comisión de Medio Ambiente mantuvo cruces con el concejal Rafael De Vito que trascendían las paredes del Deliberante.
Por su parte el concejal De Vito junto al Departamento Ejecutivo orquestaban jornadas de niños exploradores juntando la basura con los vecinos de Pinamar. Para todo esto en un mediático cuidado del medio ambiente ya había pasado las denuncias del robo de arena de la empresa que lleva su mismo apellido.
La creación de la norma venía a sanear la usencia del Departamento Ejecutivo en todo lo que se refiere a una parte de los residuos verdes, los puntos de recepción de esos residuos y los puntos de tratamiento.
Otro de los puntos abordados era la implementación de un circuito y cronograma de recolección. Así como el cumplimiento de pautas con determinadas características como los puntos de recepción con una extensión mínima de quinientos (500) metros cuadrados y se recomendaba el uso de piso de hormigón armado apto para el tránsito pesado. Debía estar delimitados con un alambrado olímpico y poseer un portón de acceso. Contar con un camino de acceso apto para el ingreso y tener instalaciones básicas para los recursos humanos. Además de contar con video de vigilancia durante las 24 horas.
La norma se construía en veintidós artículos y preveía el circuito de los residuos verdes en una ciudad cuya estructura paisajística se considera como un bien de interés público en el que se integra el ambiente natural y las manifestaciones humanas, sociales y culturales que hacen a la principal actividad turística. Por lo menos así fue pensada Pinamar en sus orígenes, aunque más no sea desde lo discursivo. Por otro lado el paisaje está relacionado con el desarrollo sustentable de nuestra ciudad y es un elemento de bienestar individual y colectivo. Pero estos conceptos básicos no forman parte de una verdadera política de Estado ni antes ni ahora.
Ante la desidia en un año de gestión de Yeza es que el Concejo sancionó la norma con un amplio consenso (se aprobó por unanimidad). Pero fue vetada por decreto en el que se argumentaba la asignación de un abultado presupuesto que no era tal. No obstante el gobierno municipal debería preguntarse: ¿Qué Pinamar proyecta y cuáles son las prioridades de gestión? Todos parecen tener la formula, sobre todo en campaña, pero la planeación no aparece en esta administración.
Tras el veto, los ediles recurrieron a la herramienta legislativa que les quedaba: la insistencia de la norma. Las manos no alcanzaran para llegar a los dos tercios que exige la LOM. Los concejales radicales integrados en el interbloque Cambiemos no acompañaron a pesar de haber votado positivamente en la sanción. Lucas Ventoso argumentó en su momento que el Concejo no debía esbozar una norma tan compleja ya que era una potestad del DE la de implementar y regular esta política.
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