POR SERGIO MICHNOWICZ
Su historia tal vez es muy poco conocida en Pinamar. Vivía desde hace un tiempo en Valeria del Mar, llevando consigo una rara simpatía que contagiaba. Con su mirada serena decía mucho, y en rueda de amigos se divertía con las ocurrencias de ellos.
Lo traté poco, es verdad. Pero me basta conocer a la gente buena y sencilla una vez para saber que esa persona es valiosa. En cada homenaje a los veteranos de guerra y caídos de Malvinas estuvo presente. Y cuando hacía falta dar una mano, ahí estaba. Lo vi por última vez en el aniversario de la Escuela 6 "Malvinas Argentinas", el pasado 9 de Julio.
Cuentan que le gustaba narrar historias de mar. De su mar y su barco. De los puertos que tocaba y las aventuras que vivía en cada uno de ellos. Cierro los ojos y lo imagino parado en el puente de mando, mirando el horizonte, contando hasta las olas, las gaviotas, otros barcos quizás, que le marcaran el destino.
En los textos de historia, figura su nombre como uno de los hombres de nuestra marina mercante que llegaron a las islas en abril de 1982. Era contramaestre del Buque Río Cincel, legendario navío que llevó provisiones a las tropas acantonadas en Malvinas. Una y otra vez. A sabiendas del peligro que esto acarreaba...
"El 28 de marzo, el buque mercante Río Cincel de la Empresa Líneas Marítimas Argentinas, se encontraba en la Dársena B , del Puerto de Buenos Aires embarcando en sus bodegas, tambores con miel; quebracho; carne congelada y maquinarias; cuyo destino eran los puertos de Baltimore, Filadelfia y Nueva York en la costa este de Estados Unidos. Cerca de las diez de la mañana el Gerente de Operaciones de la Empresa, Sr. Radivoj, mandó llamar al Capitán del buque, Juan Carlos Trivelín para notificarle que debía descargar todo lo que había ingresado en bodegas para dar lugar a una carga ordenada por la Fuerza Aérea Argentina, de material logístico destinado a las Islas Malvinas. Por supuesto el buque quedaba sujeto también a precisas directivas de los Comandos de la Armada, cuyas instrucciones se encontraban en un sobre cerrado que le entregó Radivoj.
Ese mismo día comenzó en el Río Cincel la rápida descarga de las mercaderías que tenía en sus bodegas para dar paso al ingreso del material logístico: ochenta planchas de aluminio para la prolongación de una pista de aterrizaje; maquinas viales; camiones de uso militar y combustible para aviones, lo cual totalizaba 156 toneladas de carga.
Cuando los cuarenta y cinco tripulantes fueron notificados del destino y motivo del viaje, solo uno de ellos se negó a efectuarlo y tras su desembarco fue reemplazado. La tripulación incluyó además a cinco cadetes de la Escuela Nacional de Náutica “Manuel Belgrano” – dos de ellos cadetes femeninos -. Como novedad el Río Cincel llevó incorporado un equipo de navegación satelital, que por primera vez era instalado en un buque de ELMA y sobre el cual habían recibido instrucciones pocas horas antes de zarpar.