NUEVAMENTE EL SECRETARIO DE SEGURIDAD, CARLOS MANSILLA, SE ARROGÓ UNA AUTORIDAD ABUSIVA EN NOMBRE DE VAYA A SABER QUÉ…
Como es costumbre en Pinamar los jóvenes turista se reúnen e introducen su impronta en determinados puntos de la playa pinamarense. Uno de esos lugares elegidos es la zona del ex balneario “Robinson” (en el sector público). Cientos de jóvenes se congregan con sus heladeras portátiles, llena de bebidas al resguardo del sol, y su música para compartir el atardecer playero. Pero el domingo pasado la recreación turística juvenil se vio empañado por la visita de agentes de la policía y la guardia urbana comandados por el mismísimo Carlos Mansilla.
En la tarde dominguera un grupo de jóvenes instalaron su carpa, tipo gazebo, su heladeras y un equipo de música dispuestos a pasar su momento son su toque personal. Los parlantes invitaban a bailar a la chiquilinada que disfrutaba placenteramente del momento en sana libertad y esparcimiento. Hasta que de repente llegó Mansilla, y a lo malevo ordenó a los jóvenes turistas que desarmarán la carpa y sacaran los parlantes en nombre de una ordenanza que nadie conoce. Mientras, y por lo bajo maldecía a los jóvenes, a viva voz solicitaba refuerzo policial como si se tratara de una banda de delincuentes.
Aparentemente la problemática se daba porque el nuevo balneario (ex Robinson) con sus opulentas instalaciones y dijey estaba vacío. No obstante, enquinchado de por medio, la juventud se juntaba a disfrutar bajo su toque personal, sin llenar las arcas de los empresarios playeros. Demás está decir que la intensidad de los sonidos que escupían los parlantes del balneario privado, intentando atraer a la juventud, espantaban a cualquier decibelímetro. El escenario era típico y quienes vamos a esa playa aceptamos la espontaneidad juvenil que es tradición. ¿Pero cuáles son los paramentos que determinen que música se debe escuchar? En el Pinamar de hoy… los de Mansilla.
Los testigos cuentan como “los jóvenes, llegaron temprano, armaron su carpa, sus mesas, sillas y disfrutaron del sol, hasta pasadas las 16 y 30 horas, cuando pusieron su propia música. Y se armó el baile entre ellos, hasta que la policía llegó acompañada de éste personaje”.
En el procedimiento Mansilla acusó de manera falaz a los jóvenes de vender alcohol, esta cronista no solo recogió los testimonios, sino que poco antes del hecho estuvo en el lugar, y puede garantizar que “el Secretario de Seguridad alteró la verdad”. Los jóvenes no vendían alcohol.
En ese momento fue cuando un hombre comenzó a filmar los abusos de Mansilla con su teléfono hasta que un efectivo policial se lo impidió. Entonces el Secretario muy enojado, ordenó que le entregara el celular y ante la negativa prosiguió con la detención, amparándose en la ley Blumberg.
No es la primera vez que Mansilla muestra su cara autoritaria e irascible. Los disparatados argumentos y los excesos que comete en nombre de la ley han impuesto en Pinamar una forma a la que ni los ciudadanos, ni los turistas están acostumbrados. Prácticas que quizás el Mansilla bolichero, acusado de agresión y amenazas por la modelo Andrea Rincón, pretende instalar asemejándose a los pagos de Ezeiza.
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