domingo, 17 de noviembre de 2013

Ninguna hegemonía dura cien años

POR ERNESTO A. FERRI

Los hechos políticos desencadenados por los resultados de las elecciones ponen en cuestión a toda clase política Pinamarense.

Dicen que la soberbia es el pecado preferido del diablo.  Y ha de ser así, ya que en Pinamar la soberbia recibió un durísimo revés en las pasadas elecciones.
Que el MUPP está pagando cara su opción por el personalismo es una realidad tan cruda como crudo es el hecho de que aún estando en el gobierno, y con la posibilidad de usar (una vez más) el aparato del estado con fines electorales, no logró insertar ni un solo concejal el pasado 27/10.  Los votos que le quedan al vecinalismo personalista son los votos de su aparato, y solo eso.


Lo que sucede tiene una explicación que sirve para vislumbrar el ocaso de una fuerza que supo contener a las más variadas expresiones políticas.  Claro que eran épocas en las que en su interior primaba el interés por Pinamar y su comunidad, y no las mezquindades y los “aprietes” que luego se hicieron parte de su cultura política.

El camino se desvió allá por el 2005, cuando el obstinado empecinamiento de Blas Altieri primó sobre el criterio de “los bronces” en cuanto a permitir el surgimiento de una línea interna que podría haber traído oxígeno a una ya desgastada gestión de, a esa altura, doce años.  Si el MUPP Línea Auténtica hubiera seguido su camino como línea interna, y no se hubiese visto obligado a competir por fuera del partido, la realidad ahora sería otra. No hubiera existido el affaire Porretti que tanto desgaste generó a la “Marca Pinamar” y quizás hubiera habido alternancia entre el MUPP/Frente Social y el Auténtico, mas ortodoxo, con un personalismo menos exacerbado, con gente nueva y profesional con ganas de ponerle el hombro a Pinamar.

Desde aquel momento hasta ahora el deterioro de la credibilidad del partido, y de la imagen de sus integrantes, fue tan barranca abajo que las “caras de siempre” debieron esconderse detrás de personalidades de distintos ámbitos con imágenes mucho mas limpias, como por ejemplo Daniel Lamas o, en la reciente contienda Marcelo Ávila, gente de fuera de la política que como en el caso del primero, terminarían pagando cara su incursión por la “política de bajo vuelo” que se estaba desarrollando.

Así las cosas, destitución y juicios “ventosos” de por medio, llegamos al día de hoy con un mensaje claro de las urnas:  ¡BASTA!
Basta para el manejo discrecional del poder.  Basta para la ineficiencia del Estado municipal que paga el vecino con sus impuestos. Basta de “negocios políticos” y de negocios “con” la política.  Basta para el amiguismo y el uso del Estado como botín de guerra.  Basta de deshonestidad.  Basta de improvisación. Basta de malos tratos, aprietes y prepotencia para con el personal.  Basta de incapaces en lugares de decisión.  Basta de esta politiquería barata y excesivamente onerosa para la sociedad, en recursos y tiempos…

A partir del 27 el futuro se presenta promisorio para Pinamar, si es que no caemos en viejos errores y repetidos vicios.  Va siendo hora de que la clase política asuma su porción de responsabilidad en el estado de cosas imperante, y empiece a consensuar verdaderas Políticas de Estado, que se sigan, aún con matices, a través de diferentes administraciones. Nos referimos a esas políticas que engrandecen a una comunidad porque son producto del diálogo, el disenso respetuoso y el consenso productivo, y no de la conveniencia política de un momento preelectoral.

El nuevo escenario se presenta propicio para remontar la barranca en la que hemos caído como sociedad, para reconstruir mediante el diálogo las redes de contención que destrozó el clientelismo, para pensar en un Pinamar a 50 o 100 años…
Señores Concejales: Ustedes tienen la palabra, porque pueden y DEBEN dar el ejemplo.

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