martes, 16 de febrero de 2016

Doris Bin: "Lo que les hacen a los demás, me lo hacen a mí..."

HOMENAJE POR SERGIO MICHNOWICZ 

Las casualidades de la vida. La conocí cuando el Instituto Terciario "Gabriela Mistral" abrió la Tecnicatura en Comuncación Social, allá por 1993. Junto a Mery Beascochea, hacían una dupla impresionante en la secretaría, solucionando los problemas de los docentes, de los alumnos, y de la institución en sí que luchaba por no desaparecer. A pesar de haber sido creada cuatro años antes y que el gobierno de turno lo calificara como "cueva de radicales."

Y sí, cuando ocupó un cargo en el Concejo Escolar durante la intendencia de don Pedro Actis Caporale, logró que varias escuelas se gestionaran para Pinamar, en momentos donde la dictadura se había retirado hace poco y todo estaba por hacer.
¿Dije dictadura?
Esta mujer que nació en La Plata se recibió de maestra en la Escuela Normal de Lomas de Zamora. Recorrió distintas escuelas de la zona sur del Conurbano. Y siempre recordaba aquellos momentos cuando despuntaba la democracia del 73, en medio del barro y la soledad, portando su cartera, sus libros y hablando con los chicos que se les desmayaban en las aulas... Muchas veces debía atender esas necesidades y junto con un curita villero que trabajaba en el barrio (Ing. Budge, Cuartel 9no...) hacía maravillas para llevar la educación adonde no existía...

Cuando presentó su libro "Las horas y los días", en la Biblioteca Manuel Belgrano, ella hizo referencia a su primer contacto con Pinamar a principios de los 60. Años después, sería su lugar en el mundo con toda la familia a cuestas.

Con su esposo Jorge y sus hijos Guillermo y Pablo llegaron a Valeria del Mar cuando la convulsionada Buenos Aires estallaba en cada esquina. En 1974 recibió la propuesta de ser la primera maestra, primera directora y primera secretaria/portera/segunda mamá de un puñado de chicos que asistían a un chiquita Escuela 33 (Hoy Escuela 4 Mar Argentino) que comenzó en un local del Centro Comercial, luego en la playa, en el restaurante La Ventola, y mas tarde en el actual edificio de la calle Pinedo.

Tiempos inolvidables y duros a la vez, la vida la llevó a ser docente en la Escuela 1 de Pinamar y en la Escuela Secundaria "Corbeta Uruguay". Y pensar que hubo gente que la veía "peligrosa" por su personalidad, frontal, sin rodeos. Que en plena dictadura buscaron (y lograron) jubilarla antes de tiempo para que no de mas clases...

Que tontos.

Su figura se fue agigantando cada vez más, y al llegar la democracia del 83 las cosas cambiaron para bien.
Con don Pedro Caporale formó una dupla inolvidable de trabajo y sacrificio, de coherencia y amistad que, al partir "el viejo" como cariñosamente lo llamaba, la alegría inicial se transformó en las sombras de los 90...

Llegó Tito Allo, y con el ex Intendente de Villa Gesell, lograron planificar, construir y abrir un instituto terciario en Pinamar, allá por el 89. Y así volvió a estar con el mundo que amaba.
Mas tarde se acercó a la Biblioteca Popular Manuel Belgrano para colaborar con sus enseñanzas, se unió a "Los Memorioso" un grupo de teatro donde dejó su impronta incluso en una gira que hicieron en Uruguay, trabajó en el Centro de Jubilados de Ostende-Valeria...

Trabajo. Siempre trabajo. Su vida estuvo signada por el trabajo, para con sus hijos, su querido Jorge, sus nietos, sus amigos.

En agosto del año pasado tuve el honor de presentar su libro "Las horas y los días" en la Biblioteca Belgrano. Allí fue narrando sus recuerdos, sus vivencias, sus silencios. Porque ella prefirió que muchas de aquellas historias quedaran guardadas en su interior.

"¿Y para cuando la segunda parte?" le dije un día. "Esperá, venite a casa y tomamos un café" me respondió.

Esa segunda parte no llegó.

En diciembre tuvo una recaída y la internaron. La fui a visitar al hospital. La vi como nunca la había visto. De ser tan jovial, de bromear por la edad, de las promesas de casorio, estaba chiquita y delicada. Me tomó una mano y me dijo ""Lo que les hacen a los demás, me lo hacen a mí..." y me lo repitió varias veces. Al principio no entendía, pero después caí en la cuenta que ella como buena observadora sabía de los tiempos que se venían. Duros, difíciles, dolorosos...

Y partió el 9 de febrero, en silencio, de tarde. Doris Bin quedará en la memoria de quienes la quisimos como una mujer que dejó su vida por la comunidad que la recibió, por aquellos chicos que fueron sus alumnos en Lomas de Zamora y en Pinamar, por su forma de ser y de actuar.

Seguramente estará armando la revolución angelical allá arriba, con don Pedro, con Tito, con Jorge su inseparable compañero, con Benito y Pety, con el gordito Jozami. Un verdadero Dream Team donde ella será la conductora.


Gracias Doris, hasta el próximo encuentro...

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