sábado, 19 de noviembre de 2016

Nocturnidad

LA DIVERSIÓN NOCTURNA SIGUE SIENDO UN DILEMA 

Tal como lo había solicitado el presidente de  la Comisión de Asuntos Legales, Martín Viotti, este jueves se realizó un una reunión conjunta con el Departamento Ejecutivo y todos los ediles (sin distinción de comisión) para tratar la nocturnidad en Pinamar. 

La tranquilidad y el descanso de unas pretendidas vacaciones parecen colisionar con el esparcimiento nocturno que en los últimos tiempos han sido marca registrada. Sin lugar a dudas desde la década del  90´ (podríamos afirmar fue la gran explosión) los jóvenes han elegido la playa verde argentina como lugar de diversión, sobre todo en el mes de enero, cuando grupos de chicas y chicos de entre 17 y 25 años (clase media alta) se instalan atraídos por los aire de libertad y diversión. 

En la década pasada los diarios capitalinos  destacaban que  “las estrellas de la temporada eran los jóvenes y por eso cada vez estaban más exigentes con una  fórmula fácil: música, diversión y servicios”. Este target turístico se desarrolló sin demasiada planificación, más bien fue, y es, el producto de un mercado inmobiliario al que le resultó fácil la oferta, beneficiado por la imposición de importantes  marcas (indumentaria, bebidas alcohólicas, autos)  que eligen a Pinamar como lugar para su público joven de clase acomodada y con ellos la magia de la playa y los misterios de la noche. Para entonces los gobernantes  de turno no solo se beneficiaban de manera personal sino que no proyectaron el crecimiento de la ciudad en lo que hace a servicios, y muchos menos planificar estrategias turísticas que permitieran compatibilizar los pros, las contras y los momentos de las acciones del mercado. 

En una palabra el negocio grande pasó por unos pocos y los que pudieron tomaron las migajas. En consecuencia en el presente nos encontramos con una ciudad cuya dualidad es el eje de su existencia: playas serenas y naturales o el rugir de los cuatriciclos; mañanas de sol y tranquilidad  o el frenesí y “el éxtasis” de las noches jóvenes comandado por las empresas cervezeras: “El sabor del encuentro”.

Entre tanto en el Concejo se discute la nocturnidad como un espejo del pasado. En principio,  este año, los mega boliches  Ku y Alma no abrirían y los restantes se encuentran, en algunos casos, fuera de norma y otros a la espera de una Audiencia Pública (La luna).   

La titular de Habilitaciones, Claudia Cacetti propuso la posibilidad de aceptar “una zona temporal” y planificar a largo plazo un polo de nocturnidad en otro espacio, mientras tanto, permitiría mejor control y fiscalización ya que se ubicarían más cerca. La zona de referencia es lo que se denomina como camino viejo y allí se implantan Sabia, Mr. Jones, Super V y otros. 


El gobierno plantea que la playa debe formar parte del circuito nocturno pero hay concejales que se oponen a  la idea. Pero si bien es cierto que los visitantes buscan las playa (nuestra pepita de oro) como lugar místico de diversión, también es verdad que la nueva propuesta del frente marítimo y las UTF no estrían preparadas para brindar ese servicio.  

El debate y su respectivo análisis  tienen varias aristas. Las estructuras de los boliches, el factor de ocupación e instalaciones, es una. La zonificación que permitiría lo que denominan polo nocturno, es otra, pero a su vez se debe analizar que es mejor: si un espacio que concentre todos los boliches o si la mejor opción es la dispersión  en la ciudad  respetando el COU; y si se incluye la playa. La normativa vigente que exige audiencias públicas también forma parte del debate. Corridos por  los tiempos de la inminente temporada, todos acordaron  en un plan a corto y otro, a largo plazo, pero antes faltan las definiciones que delinea el Pinamar que queremos. 

Lo cierto es que esa masa joven, por momento molesta, también representa una  parte importante de la economía pinamarense  y de la que a esta altura no se puede prescindir tan fácilmente. La pregunta que resta es si los funcionarios podrán plantear de manera concienzuda el plan estratégico, con proyección turística y parámetros urbanos que permitan opciones y una sana convivencia.

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